"Cultura e imperialismo"(Culture and Imperialism, 1993)
Edward W. Said (1935-2003)
Edward W. Said nació en la Jerusalén ocupada por los británicos en 1935 y murió en Nueva York en 2003. Fue activista de la causa palestina, crítico político y teórico literario. Autor de numerosas obras, tanto de crítica, como políticas. También era un respetado representante de la opinión moderada palestina. Conocedor de primera mano de la tragedia de su pueblo; se traslada con su familia de confesión protestante primero a un campo de refugiados y después pasa a estudiar a los catorce años de edad en El Cairo y luego a Estados Unidos, donde se licenció en Princeton y doctoró en Harvard y se nacionalizó.
Edward W. Said en un libro anterior, que no he leído, “Orientalismo” (1978) repasa los constantes prejuicios e ideas equivocadas que tenemos los occidentales respecto a los pueblos árabes-islámicos y su cultura y promete ser bastante interesante. Sin embargo, en “Cultura e Imperialismo” extiende el ámbito del estudio a aspectos, para mí, poco afortunados, creo que dentro del entorno de lo que se conoce como “Estudios culturales”, analizando las relaciones de poder y la cultura. Siguiendo la estela de Raymond Williams y “Culture and Society” (1958), pero distanciándose para destacar las relaciones de la metrópoli con sus colonias, en lo que se ha llamado "teoría poscolonial". A lo largo del libro he tenido en varias ocasiones la tentación de dejarlo, por no estar de acuerdo con las tesis planteadas. A pesar de estar bien escrito y tener un aire de erudición, el autor me parece ingenuo, tendencioso y confundido (respecto a lo que cabe esperar de los escritores de literatura). Creo que hay otros medios ideológicos a analizar, más claros como; la prensa, los discursos políticos, las ideas científicas, el progreso y sus enemigos, etc. Me temo que a los escritores de literatura se les exige que además de reflejar su época, sean capaces de anticipar el futuro.
En una extensa primera parte “Cultura e imperialismo” analiza desde la crítica literaria a diversos autores, desde Jane Austen a Camus y su implicación y colaboración ideológica en la idea de imperialismo. Entendiendo por imperialismo el concepto de que unos pueblos conquistadores se consideran superiores a otros que se supone inferiores que son ocupados y explotados. Después hay una segunda y breve parte en la que aborda básicamente el imperialismo tardío de Estados Unidos, aunque de una forma enmarañada, fruto sin duda de su propia identidad: Palestino nacionalizado estadounidense. El libro está escrito en 1993, antes del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y de la segunda guerra del Golfo, con lo que las perspectivas de la parte final habrían sido quizás algo distintas.
Sin duda es lícito plantear un estudio literario del tipo “El machismo en Shakespeare” pero de nulo interés. Sin embargo, parece ser que la mala conciencia respecto a los pueblos que han sido colonias, sí que permite estos análisis esquinados y finalmente irrelevantes. Por ejemplo; me parece demencial que que coja a la novela “Mansfield Park” de Jane Austen en la que la fortuna proviene de la isla de Antigua, para reprochar a la autora más implicación en lo que sucedía en las colonias y no tan solo mencionarlo de pasada. Después Said se ensaña ampliamente con Joseph Conrad y principalmente con “El corazón de las tinieblas” como paladín de los conceptos imperialistas británicos. A continuación pasamos a K. Klipling y “Kim”, seguimos con Foster y “Pasaje a la India”, “Aida” y Verdi y acabamos con Camus y “El extranjero” y “La Peste”, pasando por algún otro autor, pero siendo esos los principales.
Respecto a todas esas referencias, yo opino que para Austen, considerando lo poco que viajó, la alusión a las colonias es tan solo un elemento exótico de la imaginación. En cuando a Conrad, me parece delirante que Said le reproche nada. Conrad era un polaco emigrado a Inglaterra que trabajó durante años en la marina británica consolidando el imperio de ultramar. Fue una opción, la del imperio y la de escribir en inglés, que escogió deliberadamente. Cuando dejó el servicio se dedicó a narrar parte de lo que había vivido. No creo que su visión pueda ser otra. En “El corazón de las tinieblas”, Conrad es capaz de distinguir un imperialismo intolerable como el del Congo belga, propiedad prácticamente del rey Leopoldo II y el que él defiende, el británico, al que considera sin duda un mal menor. Puede que un análisis de la obra "Lord Jim" podría ser más ilustrativa; dónde un bandido local pasa a controlar el comercio de la zona en detrimento de los británicos que ofrecían un trato más justo.
El el caso de Kipling pasa algo similar. Tiene dos caminos a elegir y escoge el británico. Es una postura sincera. Se puede discrepar y dejarlo a un lado. De E.M. Foster y “Pasaje a la India” dice; “novela que seguramente expresa su afecto -a veces pedante y engañoso- por el país” pág. 312 ( Said no está contento ni cuando hablan bien). En el caso de Camus, puede sorprender que un hombre tan concienciado frente a la injusticias no fuera capaz de exponer las de Argelia y en sus novelas “El extrajero” y “La Peste” los árabes aparecen sin nombre y como sombras. Sí, es sorprendente y iluminador precisamente, al demostrar cómo una persona inmersa en un conflicto de identidades; Camus francés nacido en Argelia, a pesar de encontrarse en una situación ideal de información, apenas puede exponer esas contradicciones.
Caso aparte sería la "Aída" de Verdi. Ópera encargada por Egipto para las celebraciones de la inauguración del canal de Suez. No sé porque se esfuerza Said en desvincularla de la realidad egipcia, ya que el antiguo Egipto no existe, ni siquiera en los habitantes actuales. No creo que nadie piense en que contempla una representación del Antiguo Egipto real, sino una recreación, todo será ya siempre una especulación, una fantasía sobre el país del Nilo. Ya que los actuales egipcios tienen una débil vinculación con su pasado histórico, son el fruto de la invasión musulmana que acabó con la cultura anterior, aunque puede subsistir en la minoría copta. Sería tan absurdo, como por parte de los españoles esgrimir una tradición y herencia íbera cuando somos romanos. El pasado siempre es traicionado, incluso cuando lo conocemos. ¿Se imaginan una representación o película sobre Grecia en la que se vieran las estatuas, esas que siempre vemos blancas, pintadas de forma policromada tal y cómo eran? no nos gustarían. Los griegos aparecerían ante nuestra vista de forma poco seria y de dudoso gusto.
Yo no sé si Said se sorprende al comprobar que unos autores que defendían unas posiciones ideológicas nefastas no hayan sido apartados del Canon, como por ejemplo, los escritores filonazis que por cierto, tampoco han sido apartados del Canon. En cualquier caso, la debilidad de los planteamientos de Said es la de reprochar a esos autores no lo que dicen, sino lo que no dicen. Una cosa es demostrar como una forma de pensar general de la sociedad se advierte también en su literatura y otra exigir responsabilidad a los autores. Por otro lado creo que el Imperialismo del siglo XIX se ha de entender en su contexto. Dice Said que “todos” , desde las fuerzas más retrógradas a las más progresistas, incluso las clases marginadas estaban de acuerdo con la ideología imperialista (pág. 345) y hay que preguntarse ¿por qué?. Es posible que Said como palestino y nacionalizado en Estados Unidos se encuentre lejos de cierta mentalidad europea.
Personalmente creo que en ese momento la idea de Imperio era positiva y lo era porque el Imperio Romano había dejado esa impresión. Cuando Roma extendió sus conquistas a la Península Ibérica y después a lo que sería Galia o Britania, lo hizo a costa de sus habitantes naturales, los cuales fueron exterminados o asimilados por la cultura romana, incluso se les impuso el latín. Esas culturas y pueblos fueron borrados del mapa a favor de un nuevo orden. Si esos pueblos guardaron un mal recuerdo de la experiencia asimiladora, pronto tuvieron motivos para añorar el ayer romano; la Edad Media. Fue tanto el retroceso de lo ya adquirido que, el pasado de dominación romana se convirtió en un recuerdo positivo. Dentro de ese espíritu cualquier país salido de la Edad Media que emprendía una política de conquistas tenía en mente Roma y sinceramente creía en la bondad de su empresa. No en vano Carlomagno es coronado por el Papa en el año 800 como emperador de los romanos, dando lugar al Sacro Imperio Romano y buscando de forma simbólica la continuidad de Roma. Puede que la gente no fuera plenamente consciente de las razones de su forma de pensar, pero el espíritu estaba presente y todo el mundo podía creer que lo que se estaba haciendo era lo correcto y necesario.
Durante cualquier época de dominio, en el pasado o durante el imperialismo concretamente, sin duda, los habitantes de la metrópoli conocían de tanto en tanto, situaciones de brutalidad que se daban en las colonias y reaccionaban en general con indiferencia. Pero, no hay que olvidar que en esos momentos la crueldad era cotidiana en todas partes. Bajo un tenue velo social de inocencia latía un sistema feroz para los que caían en desgracia, fuera por su procedencia social, o por un algún delito. Mientras leía el libro, me venía a la mente la historia de “Papillón” Henri Charrière, francés que fue condenado por un delito que no cometió a la Isla del Diablo en la Guayana Francesa. A pesar de que los hechos suceden hacia 1930, la bestialidad del trato a los condenados en el penal, siendo franceses, nos puede dar una perfecta idea de la forma de actuar del poder lejos de la opinión pública y la prensa.
Sin embargo, hubo un momento en que todo cambió y de pronto se adquirió conciencia de que los pueblos sometidos lo estaban y que tenían derecho a su libertad. Hubo un momento en que en las películas del Oeste los indios dejaron de ser los malos y se convirtieron en víctimas y el general Custer pasó de ser un héroe a ser un psicópata. Ahora mismo no sé por qué se produjo ese cambio, pero esa conciencia es nueva y no puede aplicarse al siglo XIX y pedir responsabilidades a posteriori. Lo más grave del caso es que esas situaciones detestables se siguen produciendo en este momento bajo formas de imperialismo distintas, menos evidentes y más sinuosas. Estados Unidos no extiende sus fronteras como antes lo hacían Francia o Gran Bretaña, con el consiguiente problema de convertir a sus súbditos en ciudadanos con pasaporte estadounidense. Ahora se impone el imperialismo económico. Se invade Irak en la segunda guerra del Golfo en 2003 para controlar su petróleo y controlar mejor la zona. Esto está pasando ahora y todo el mundo que es consciente, apenas hace o se puede hacer nada. A pesar de que Said intenta en su parte final abordar la situación actual, su posición como nuevo estadounidense agradecido, le impide abordar los temas con decisión y se pierde en explicaciones vagas. No se trata que Estados Unidos sea el mal, sería una simplificación imperdonable. Simplemente son los que más se ven. En la utilización de todo el planeta como si fuera un cortijo están implicados todos los países, los que tienen poder, por supuesto. Es algo que sobrepasa cualquier nacionalidad.
Hay algo que late en la parte final del libro y que no es más que un sentimiento estadounidense, que es la necesidad de conocer al adversario. Desde que perdieron la guerra del Vietnam, en la que no sabían ni los nombres de los generales enemigos, Estados Unidos siente que debe de hacer un esfuerzo por saber a quien se enfrentan. Este gesto de respeto hacia los demás o de supervivencia en entornos hostiles o de constatación de su incapacidad real de inundarlo todo con la USAdificación, es algo tan extraño a su carácter, que les costará de asimilar, tan convencidos estaban de que “el mundo” eran ellos.
Me parece tendencioso volver la vista hacia un momento determinado de la historia que es el que más nos conviene para sustentar nuestras tesis. Said olvida cuando el imperialismo era árabe y trataba a sus colonias con la misma indiferencia. En cuanto a las opiniones, cada uno tiene las suyas, no hay más que leer éstas: del siglo X por el famoso geógrafo árabe Mas'udi sobre los europeos "carecen de sentido de humor; sus cuerpos son grandes; su carácter, grosero; sus modales, bruscos; su entendimiento, escaso; y sus lenguas, toscas...", o las de Sa'id Ibn Ahmad en 1608 "no han cultivado las ciencias, parecen más béstias que hombres...". No será por tanto que todos aquellos que ejercen el poder lo hacen de la misma manera y ahora lo ejercen unos y mañana los otros. ¿No será acaso el ejercicio del poder mismo lo que debe de ser censurado?
Yo no sé si Said en los libros en que habla específicamente de la cuestión Palestina hace referencia de ello, pero por mucha deferencia que nos solicite para el conocimiento de la cultura árabe, lo cierto es que los países árabes han demostrado una constante indiferencia por la situación de Palestina que resulta imposible de entender. Y que por algún motivo, quizás por toda esa mala conciencia que acumula Europa, toda la ayuda que reciben es europea.
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