"El Gatopardo"(Il Gattopardo, 1957)
Guiseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957)
Edhasa 1987, 177 pág.
Guiseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957)
Edhasa 1987, 177 pág.
Guiseppe Tomasi di Lampedusa moría en 1957 a causa de un tumor pulmonar por lo que no vio la publicación de su obra ni su posterior éxito. Había empezado a escribir "El Gatopardo" en 1954 su primera y prácticamente única novela. Descendiente de una familia aristocrática siciliana, que de hecho es la misma que protagoniza la novela, tenía un carácter reservado y solitario abocado a la lectura y la meditación. Escribió algunas reseñas literarias y unos pocos cuentos. Hasta que en 1954 se decidió a escribir "El Gatopardo" obra que sin duda expresa la necesidad vital de transformar en literatura su experiencia familiar.
"El Gatopardo" es una historia que transcurre en Sicilia entre los años 1860 y 1910. El protagonista es Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, aristócrata legendario, (basado en el bisabuelo del autor: Giulio IV de Lampedusa), su familia y el ambiente de les rodea, tanto social como por el momento político. Italia cambia, los Borbones, Garibaldi, los Saboya... Sicilia cambia poco.
Es fácil pensar que los Salina entran en decadencia por los cambios políticos, pero éstos cambios sólo aceleran el proceso. Fabrizio tiene siete hijos y sabe que no puede aprovechar ninguno, no es cuestión de fertilidad, sino de desgaste, de endogamia, de parálisis social. Por eso ascienden otros: Tancredi, Angelica, su padre. Sangre nueva con sangre vieja para evolucionar de alguna forma.
Tomasi describe magistralmente esa sociedad y lo hace desde la perspectiva de los cien años pasados, sabiendo cómo evolucionó todo. Su mirada es cariñosa y cruel, desesperanzada y crítica, alejada de toda vanidad mundana, con una valoración irónica después del paso de los años. Nadie va a salvarse, todos están condenados; al olvido, a la desaparición, al desamor, o a la avaricia y la hipocresía. Y en cualquier caso todos están condenados por la muerte.
Yo la leí ya hace bastantes años y tenía un muy buen grato recuerdo. Cuando te ha gustado, siempre es peligroso volver a ella, pero en este caso me ha seguido pareciendo una obra maestra y he descubierto matices nuevos. Creo que su genialidad está en la distancia que se impone a los hechos y la amargura por su desenlace. Por la imposibilidad de ser feliz.
Normalmente pienso que una obra de ficción muy visual, que puede ser casi un guion cinematográfico, como sucede en este caso, es de per se poco interesante como lectura. Sin embargo, en este caso sucede algo especial y es que no deseas verla en cine, deseas verla en tu cabeza, sientes como una especie de traición por que alguien la lleve a la pantalla (Visconti, 1963) , está tan bien escrita, está todo tan claramente descrito que te parece estar allí mismo.
Hay una frase de "El Gatopardo" que es tremendamente conocida y se la dice Tancredi a su tío Fabrizio
"Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie"
aunque a mí hay otra que me gusta mucho más:
"Sólo tenemos derecho a odiar lo que es eterno"
o esta otra que se refiere a los sicilianos
"Han venido a enseñarnos buenos modales; pero fracasarán, porque somos dioses"
Me gusta la forma que tiene Tomasi de acentuar el contraste:
"salas de arquitectura magnífica y mobiliario asqueroso", "fastuosamente mediocre", "la cena en casa de los Salina se servía con el esplendor desportillado", "San Cono lucía sus mejores galas, desplegando con orgullo toda suerte de excrementos", "ambos (Tancredi y Angelica) ofrecían el más patético de los espectáculos; tan jóvenes y enamorados, dejándose llevar por la música, cada uno ciego para los defectos del otro, ambos sordos a las advertencias del destino..."
Cuando el príncipe Salina antes de morir hace balance de su vida y concluye que de los setenta y tres años vividos, sólo dos o tres han valido la pena. Y cuando al final, los restos apolillados del embalsamado cuarenta y cinco años atrás del perro Bendicò, son arrojados por la ventana:
"Mientras se llevaban a rastras el guiñapo, los ojos de vidrio la miraron con la humilde expresión de reproche que aflora en las cosas a punto de ser eliminadas, anuladas. Unos minutos después, lo que quedaba de Bendicò fue arrojado en el rincón del patio que el basurero visitaba cada día: mientras caía desde la ventana, recobró por un instante su forma: hubiera podido verse danzar en el aire a un cuadrúpedo de largos bigotes, que con la pata anterior derecha levantada parecía imprecar. Luego todo se apaciguó en un montoncito de polvo ceniciento" FIN
Absolutamente recomendable. Imprescindible.
***
Luchino Visconti
Italia 1963
v.o.s.
v.o.s.
La película está basada en la novela del mismo título de Guiseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957) publicada en 1957 que he comentado en la parte superior.
Cuando se parte de un material tan importante se crean ciertas expectativas en la película. Visconti, que para algo es italiano, traslada de forma impecable sobre todo el ambiente, el vestuario, los hechos históricos, la gente... Magnífica la fotografía y la iluminación. La música de Nino Rota, que es bonita, tiene un uso algo pasteloso. Cuando lees la novela no escogerías a Burt Lancaster como el príncipe Salina, pero cuando lo ves, lo aceptas. Es una presencia importante.
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Burt Lancaster como el príncipe Salina |
Es un acierto también seleccionar a Alain Delon y Claudia Cardinale como Tancredi y Angelica. De la interpretación no diré demasiado, porque vista en versión original y como suele pasar en las películas italianas, hay la impresión de falta de sincronía entre los labios y el sonido, así como falta de énfasis en el recitado.
Como en las últimas películas que he visto de Visconti (tendría de revisar las primeras) tengo la sensación que se preocupa excesivamente de la presentación de la escena, de crear el efecto visual, no por composición, sino por realismo en el decorado y vestuario. Hay una complacencia en la contemplación desmesurado. Absolutamente esteticista. En el tramo final del filme asistimos a una fiesta que es la presentación de Angelica que se alarga en un metraje exagerado, tanto que acaba aburriendo.
Cuando conoces perfectamente un texto y es trasladado al cine, supones que el director dará su visión, hará una adaptación. Lo que me cuesta más de entender es como con un metraje tan generoso 205 minutos, Visconti haya preferido saltarse el tramo final de la novela, que por otro lado tampoco es tan larga. Personalmente creo que la grandeza de la novela reside "precisamente" en esos dos últimos capítulos que vienen a ser un epílogo. El autor no sólo nos muestra una época de cambio, sino que la sitúa como tiempo pasado. Nos encontramos en 1883 y 1910, cincuenta años después: conoceremos cómo murió el príncipe y cómo se extinguió todo ese esplendor, sabremos que el amor de Tandredi y Angelica fue fugaz y que Concetta es una solterona amargada... Es un contrapunto muy importante. Qué Visconti haya creído que no era sustancial para la historia es algo que desmerece mi opinión sobre su trabajo.
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Tomasi (izda.) y Visconti (dcha.) |
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