"Al Faro "
(To the Lighthouse, 1927)
Virginia Woolf (Inglaterra 1882-1941)
Edhasa bolsillo 2003, 249 pág.
(trad. Carmen Martín Gaite)
Al faro no es un libro difícil, al contrario es extremadamente sencillo, pero bajo un aparente “aquí no pasa casi nada” contiene una gran complejidad interior para la que se necesita cierta aptitud. Yo tardé bastante en adquirir la disposición necesaria para leer a Virginia Woolf, pero reconozco que una vez lo consigues, lo que encuentras es magnífico.
Para mí, la primera gran cualidad de “Al faro” es que no es cine. Si alguien quisiera llevarla a la pantalla tan sólo podría abarcar un diez por ciento de la obra. Lo que resulta inexplicable es que si ya en 1927, con Joyce, Proust y Woolf, la novela ya había evolucionado de forma que se separaba de la narrativa visual cinematográfica, ahora, nos encontremos en un estado casi anterior a esa revolución. De la misma forma que la pintura ya no pudo ser lo mismo después de la fotografía, la novela no puede ser lo mismo después del cine.
Al faro transcurre en tres partes; la primera dónde están todos y es un alegre día de finales de verano, en el que se planea llegar al faro y en el que se desparraman todas las ilusiones, sensaciones, contradicciones y proyectos de futuro. En la segunda parte se señalan las pérdidas. Y en la tercera parte se reconstruye con lo que queda y se señala al arte como posible redención.
Aunque el libro admite varias lecturas y a cada lector le puede hablar de forma distinta. Desde mi punto de vista, la excursión al Faro expresa los deseos en tensión, cuya satisfacción posterior en el tiempo ya no tiene el mismo significado. En la novela “Al Faro” todos los impulsos expresados en la primera parte no se concluyen en nada coherente en la tercera parte. No hay ningún hilo que conecte partes de la existencia. Todo es azaroso y contingente.
De esta obra, hay acuerdo general en que se trata de un texto en el que se vierten las experiencias personales de la autora y supongo que precisamente por ello, respira una gran sinceridad interior que nos conmueve.
Al faro se encuentra entre mis libros favoritos. Supongo porque es capaz de algo tan extraordinario como sugerirnos el secreto de la existencia. Y la respuesta es que no hay tal secreto, que todo es fugaz y evanescente.
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