"Arenas movedizas"(Kvicksand, 2014)
Henning Mankell (Suecia, 1948-5/10/2015)
Tusquets editories, colección andanzas, 2015, 374 pág.
Mankell es conocido mundialmente como el creador del detective Wallander. Ha publicado con enorme éxito numerosas novelas con sus casos (que no he leído) y además se han llevado a la pantalla en diferentes ocasiones (que sí he visto).
"Arenas movedizas" es un libro de corte autobiográfico en el que el autor expresa su consternación al conocer que tiene cáncer de pulmón con metástasis. Desde que es diagnosticado en 2012 hasta su muerte transcurren tres años. Es un tiempo en el que sus perspectivas varían, desde el mazazo de la noticia, hasta una cierta serenidad en la confianza de que ha sido tratado médicamente de forma adecuada y espera una cierta prórroga en el desenlace.
Está escrito en forma de pequeños artículos independientes, pero que tejen una vida. Contrariamente a lo esperable habla poco de su vida personal. Desde luego, hay toda clase de referencias a su cáncer. Algunos episodios de cuando era niño, después siempre es una mirada un poco distante hacia lo que lo rodea o lo ha rodeado.
Mankell se obsesiona con el sentido del tiempo. Con la noticia de que se está construyendo un cementerio nuclear que ha de ser eficaz durante cien mil años. Y desea verlo. Y piensa en cuántas generaciones hacen falta que se sucedan hasta la próxima glaciación. Ahora que ha de irse, la dimensión del tiempo en multitud de formas ocupa de forma sustancial su pensamiento.
Habla a menudo de cuando está en África, ya que era el director de una compañía teatral en Maputo (Mozambique), o su presencia en Zambia. Pero yo no entiendo el contexto. Qué hace exactamente en esos lugares? qué lo ha llevado allí?. Tampoco habla de su escritura, de lo que Wallander significa para él. Ni de sus cuatro matrimonios, ni de sus también cuatro hijos.
Por otro lado, hay en sus recuerdos de niñez y juventud el mismo contenido que, por ejemplo hay en Karl Ove Knausgard (Noruega 1968), como si todos los escandinavos compartieran el mismo tipo de remembranzas.
Habla a menudo de cuando está en África, ya que era el director de una compañía teatral en Maputo (Mozambique), o su presencia en Zambia. Pero yo no entiendo el contexto. Qué hace exactamente en esos lugares? qué lo ha llevado allí?. Tampoco habla de su escritura, de lo que Wallander significa para él. Ni de sus cuatro matrimonios, ni de sus también cuatro hijos.
Por otro lado, hay en sus recuerdos de niñez y juventud el mismo contenido que, por ejemplo hay en Karl Ove Knausgard (Noruega 1968), como si todos los escandinavos compartieran el mismo tipo de remembranzas.
Hay en estos artículos mucho de ensayo y de generalizar y poco de introspección personal, que era lo esperable. Creo que la razón es que una vez superado el susto inicial del cáncer confía en que vivirá un cierto largo tiempo. Para mí sigue siendo un desconocido y quizá por esa distancia que él mismo impone, el libro acaba interesándome poco.
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