Filosofar como un perro (2010) Michel Onfray

 

"Filosofar como un perro" (tercer tomo de La filosofía feroz)

(Philosopher comme un chien, 2010  -  3_La Philosophie féroce)

Michel Onfray  (Francia 1959)

Ed. Capital Intelectual, Argentina, 2013, 362 pág.


Michel Onfray es de esa clase de filósofos que son conocidos, sobre todo, por ser polémicos. Lo que como carta de presentación no es que sea lo mejor. El título del libro se refiere a los filósofos cínicos de la antigüedad: la secta del perro.

En este libro se agrupan sus colaboraciones con el semanario satírico francés "Siné Hebdo", que es como una especie de "spin off" de Charlie Hebdo, al ser despedido el dibujante Siné en 2008 de Charlie.



Son textos breves centrados en su mayoría por la situación política francesa y toda la corte celestial cultural que la acompaña.  Para alguien que no viva en Francia, puede resultar algo lejano, aunque siempre hay algún punto de apoyo conocido. Se inician en 2008.

Dado que Onfray es una persona libertaria que se declara anarquista, es fácil que se sienta incómodo en la política de componendas entre la izquierda y la derecha del país vecino (y de todos los demás países). Los habituales cambios de chaqueta y acercamientos interesados de intelectuales reconocidos.

Al ser temas de actualidad tratados de forma semanal, pueden quedar algo anticuados, como la persistente inquina que le tiene al ex Papa Benedicto XVI (que renunció en 2013), o a la socialista Ségolène Royal aspirante en su día a la presidencia de Francia, pero hoy prácticamente difunta dentro del partido (o no?).

Esta recopilación puede servir para acercarse y conocer un poco a Onfray.  Gustará mucho a quienes compartan su opinión: está casi contra todo, menos lo que a él le parece bien, que es como un horizonte de buenas intenciones administrado por los pobres, un poco naif e irreal *.

Michel Onfray (Francia 1959)


(*comentario personal) No solo el "gen" es egoísta como diría Richard Dawkins, las personas somos egoístas. Nos debatimos entre "el hombre es un lobo para el hombre" de Hobbes y el "hombre es bueno por naturaleza" de Rousseau, pero el individuo es egoísta, siempre contempla el mundo como un espacio para sí mismo, no para los demás. Siempre oímos —¡Voy a conquistar el mundo! , no : voy a compartir el mundo. La gente va a lo suyo (y a lo de su familia como mucho). Es posible colectivizar proyectos agrarios o de industria primaria, ya que al fin y al cabo, la patente de las manzanas y del carbón es de Dios (es un decir), pero en las empresas e industrias que se deben a una idea o al talento es imposible. Nadie imaginaría a Steve Jobs o similares compartiendo su empresa y beneficios con sus empleados **. O emigra o no monta nada y nos movemos en la mediocridad. En la Barcelona previa a la guerra civil de los años treinta, cuando se hicieron toda clase de experimentos sociales anarquistas y extremistas: como quemar iglesias, matar a sacerdotes y violar a monjas (yo no soy creyente), o se eliminaba a los disidentes del partido o grupo, circulaba esta anécdota que ejemplarizaba el panorama: En un teatro de opera recién colectivizado el acomodador exultante no puede evitar decirle al cantante en el escenario durante los ensayos que a partir de ese momento cobrarán lo mismo. El tenor, lo mira con suficiencia y le contesta —No me digas. Pues ya puedes subir tú aquí a cantar, que yo bajaré a acomodar a los espectadores.

** Se suele olvidar que en el mundo capitalista existe una especie de colectivizaciones que llamamos -cooperativas- .  Cabría esperar que hubieran proliferado más demostrando la capacidad del ser humano para compartir la incierta fortuna del mundo empresarial. Sin embargo, no hay demasiadas cooperativas y están muy limitadas a ámbitos muy concretos: agrarios, proyectos sindicales, etc. Porque claro, siempre es mucho más atractivo colectivizar algo que ya funciona creado por otro, que montarlo de cero.  Es como las "comunas", muy bonito, pero casi todas fracasan. ¿Por qué? Básicamente porque las personas, ricas y pobres, son egoístas. Tenemos momentos altruistas, pero no son suficientes. También hay santos, pero son raros y escasos. Tan solo los proyectos religiosos (conventos) pueden salvar esa circunstancia a costa de mucha fe.

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