Autobiografía (1936), G.K. Chesterton

"Autobiografía"

(Autobiography, 1936)

G.K. Chesterton  (1874-1936_62a.)

Ed. Acantilado 2003/2018, 392 pp.


Gilbert Keith Chesterton nace en Londres en las postrimerías de la era victoriana. Es conocido actualmente por el gran público por sus historias detectivescas del Padre Brown, lo cual reduce a una simple anécdota al prolífico autor de 80 libros, 200 relatos y 4.000 ensayos aproximadamente, así como una intensa actividad periodística. 

Chesterton destacó por su envergadura física (casi dos metros y ciento treinta kilos) e intelectual. Fue de esos raros ingleses que se convirtió al catolicismo, en una tendencia que solo puede entenderse en ese contexto. Quizá, lo que más sorprende al iniciar esta autobiografía es la inmensa capacidad de digresión (irse por las ramas) incesante del autor. Tanta, que hay que hacer casi un esfuerzo por mantener el rumbo. Aunque en realidad lo que más nos puede asombrar es su gran capacidad intelectual.

Fue Chesterton un hombre de su tiempo: la época victoriana y de su evolución posterior. Procedente de una familia de clase media en la que se sentía plenamente integrado y feliz, con una infancia y juventud alegres y desenfadadas, sin imposiciones morales o sociales que lo oprimieran y en posesión de un espíritu curioso e investigador no dogmático por todas las corrientes de pensamiento imperantes.

Puede resultar curioso cómo hay un gran parecido entre trayectorias de escritores británicos, por ejemplo, la del escritor Evelyn Waugh (1903-1966): estudios de arte, periodismo y viajes, que también terminó por convertirse al catolicismo, cuya autobiografía "Una educación incompleta" no hace mucho que leí (ambos fallecidos a los 62 años por insuficiencia cardíaca).

Hay que señalar que esta autobiografía lo es de la vida intelectual del autor. Es más que nada un recorrido por todas las ideas y personas que nutrieron su mente. De cómo se fue formando su mundo de ideas y creencias. El autor tiene especial interés por no olvidar a casi todas y cada una de las personas que le influyeron, aunque para nosotros casi todos ellos sean desconocidos por muy significados que pudieran ser en su momento. Esto puede restarle algo de interés, pero se ve suplido ampliamente por la forma de escribir de Chesterton.

Y aquí tenemos otra de las grandes bazas del escritor: su prosa. Divertida, profundamente paradójica, jugando con elementos de significado contrario, con malabarismos verbales y finalmente de una inesperada profundidad intelectual. Aunque también muy dispersa y fragmentada. Tanto, que sin duda, una sola lectura es poco para su asimilación. Algunos comentarios son profundamente intemporales, otros pasados de moda, otros visionarios, otros controvertidos (si bien hay que tener en cuenta que murió en 1936)... pero todos interesantes.

Sin embargo, también resulta raro no encontrar en esta autobiografía más datos biográficos del autor, de hecho, no explica su conversión religiosa, viajes y mil y un detalles sustanciales, con lo que nuestra curiosidad aumenta y deseamos saber más.

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