Los Nibelungos (1204), Anónimo

 

Los Nibelungos "

Nibelungenlied ) 1204

Anónimo


Alianza ed. 2009,  339 pp.
(versión de J.M. Mínguez)


Quizá este cantar (en prosa) de los Nibelungos (=hijos de niebla) no es lo que una esperaría no sabiendo nada con antelación.

Es cierto que aparece Sigfrido, Brunilda, los Nibelungos, etc. pero en una época posterior a todas aquellas aventuras que esperaba encontrar: matar al dragón, luchas con los Nibelungos y obtención de su tesoro, etc.  todo ello ya ha pasado y el compositor del poema asume que es el pasado y ahora toca describir una sociedad completamente feudal y cristiana, así como el amor trovadoresco provenzal.

En este cantar aparecen tres hombres que se enamoran de damas que no conocen tan solo por lo que han oído de ellas. El primero es Sigfrido que se traslada al país de los burgundios a orillas del Rin para tratar de conquistar a Crimilda hermana del rey Gunther, que también aspirará a otra doncella islandesa Brunilda y finalmente Atila (en una especie de anacronismo ya que murió en el 453), que resulta ser en este caso una bellísima persona que aspirará pasado cierto tiempo a Crimilda también. Cabe decir que este sistema de cortejo no es todo lo venturoso que cabe esperar.

Mientras, se suceden las intrigas, las envidias, los celos, que acabarán con la vida y el cuerpo (como dice el cantar) de muchos. Demasiados. Hay dos partes que son como un espejo. Ambas contienen un festín que actúa como trampa y como venganza.

Los hechos son bastante repetitivos y el estilo muy parecido a otros textos medievales. Éste en concreto me llama la atención por la grandísima importancia que se da a las vestimentas. Todos deben adornarse con ropajes costosísimos y extravagantes hechos de las telas más exóticas venidas de todos los confines del mundo conocido y adornadas con piedras preciosas y oro, porque de la forma en la que se presentan los personajes en las diferentes cortes palaciegas depende su recibimiento según van vestidos. Pero además son regaladas vestiduras y riquezas a cualquiera que pase por allí, sobre todo a los mensajeros, que aunque el tesoro de lo Nibelungos no mengua, no todo sale del mismo saco. Lo que contradice en parte ese deseo del autor de dejar de lado el aspecto fantástico de la historia para llevarlo al terreno caballeresco.

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