Noches blancas (1848), F. Dostoyevski

 

"Noches blancas

(Belye nochi)  1848

Fiódor Dostoyevski  (Rusia 1821-1881)

Alianza ed. 1982/2012/2014, pp.de la 17 a la 90

(se edita junto "El pequeño héroe" y "Un episodio vergonzoso")


Hacía muchos años que había leído este relato del que apenas recordaba nada salvo una terrible frase del protagonista profundamente desoladora:

"Porque hace ya ocho años que vivo en Petersburgo y no he podido trabar conocimiento con nadie"

La historia puede dividirse en dos aspectos, por un lado tenemos la narración de un encuentro entre el protagonista cuyo nombre no sabremos, un joven de veintiséis años y una chica llamada Nastenka de diecisiete años que vive con su abuela ciega. Es una de esas noches de primavera bastante tarde (las 10), pero suponemos con bastante claridad ambiental por tratarse de las Noches blancas en esas latitudes (donde no llega a escurecer). 

El joven mientras pasea advierte una joven y un llanto incipiente y se preocupa por ella. Hablan y la acompaña a su casa, mientras parece que sus almas se comunican y se sienten próximos el uno al otro. Quedan para la noche siguiente y varias más. Ella le va contando que el primer día esperaba a un joven con el que pensaba estaba comprometida, pero no se presentó. El narrador se presta a ayudarla y a hacerle llegar una carta que aclare la situación, entretanto se va enamorando.  La última noche y ante la ausencia del anterior pretendiente nuestro narrador cree que tiene posibilidades, pero en el último momento el pretendiente se presenta y acaba con su sueño.

Esta forma de la historia es bastante actualizable y comprensible, pero no se pueden olvidar los aspectos menores que la rodean: el narrador vive en la más absoluta soledad e incomunicación con sus semejantes por timidez y porque las normas de conducta así lo establecen. Vive solo en un cuchitril con una criada desaseada y no parece que se dedique más que a pasear todo el día por la ciudad aunque sea bastante pobre. Nastenka vive muy modestamente con su abuela ciega con la pensión de ésta y una criada sorda (sin que ello suponga ninguna intención cómica), sin realizar tampoco ninguna actividad, por lo que pasa todo el día junto a la anciana prendida con un imperdible en las faldas una a la otra (para que la abuela sepa dónde está en cada momento) y ayudándose económicamente alquilando una habitación de la casa. Con estas normas y circunstancias casi no se entiende que los dos hayan podido ni hablar. La hora en la que se encuentran cada día es poco conveniente para ir por la calle y menos una chica que no quiere dar que hablar. Con solo verla y una pocas palabras amables, él ya está rendidamente enamorado y ella caso de fallarle el primer novio (al que se ha aferrado más por salir de una situación vital desesperada que por amor real) ya tiene a quien entregar su amor. 

Se trata de una de las primeras obras del autor ruso.


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